La
ToC surge a mediados de los años noventa a partir de algunas evaluaciones participativas
llevadas a cabo por el Instituto Aspen, con la participación de expertos
metodólogos como Huey Chen, Peter Rossi, Michael Quinn Patton, Helene Clark y
Carol Weiss. Entre las principales conclusiones a las que llegaron dichos procesos
de análisis se encontraba la constatación que los supuestos que sustentan las
intervenciones, especialmente las más complejas, están poco articulados entre
sí, careciendo de fuerte sustento la mayor parte de las hipótesis de actuación.
De igual manera, los actores principales de las intervenciones tampoco mostraron
tener claro cuál era el proceso de cambio que ellos mismos debían protagonizar,
por lo que su nivel de implicancia solía ser recurrentemente bajo. De esta
forma, las lógicas de participación desempeñaban más un rol formal, pero poco
eficaz y transformador.
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