La
parábola hindú de los sabios ciegos tratando de describir a un elefante
basándose en sus parciales percepciones ha sido utilizada en innumerables
ocasiones para evidenciar las limitaciones del conocimiento individual y la
necesidad de gestionarlo de manera conjunta e institucionalizada si realmente
queremos alcanzar una mejor aproximación a la realidad. No existe mayor peligro
de distorsión de un determinado escenario que apreciarlo únicamente desde una
perspectiva particular y emitir un juicio absoluto a partir de dicha
observación.
Yalal ad-Din Muhammad Rumi, poeta persa y maestro sufí del
siglo XIII, decía que la observación del mar era una cosa y la de su ondulante espuma
en la orilla era otra muy diferente. Se trata de visiones íntimamente relacionadas,
parecidas hasta afines, pero siempre distintas entre sí. Cuando intentamos
acercarnos a la realidad, solemos realizar observaciones inmediatas y casi
siempre parciales, muchas veces inducidas por la volatilidad de los contextos,
tal como cuando miramos el incesante vaivén de la espuma del mar en la cercana
orilla. Pero en realidad, lo que tenemos en frente, tan aparentemente fácil de
comprender suelen ser sólo las consecuencias de los acontecimientos, no las
causas de los mismos. Estos orígenes son mucho más lejanos y profundos como aquellos
que motivan el surgimiento y desarrollo de las mareas. Por ello, con justa
razón, Rumi afirmaba que en nuestras observaciones tan solo “somos como botes
flotando juntos”.